Víctimas de bullying
Más de uno de cada cinco niños reconoce delante de sus padres haber sido víctima de bullying en sus respectivos centros escolares.
El bullying se ha convertido en una problemática que traspasa los muros de los colegios, debido al acceso a las nuevas tecnologías de alumnos cada vez más jóvenes. Mediante el ciberacoso, se han ampliado los medios que los acosadores utilizan para intimidar a sus víctimas, agudizando esta cruel realidad que nos afecta a todos.
El bullying se ha convertido en una problemática que traspasa los muros de los colegios, debido al acceso a las nuevas tecnologías de alumnos cada vez más jóvenes. Mediante el ciberacoso, se han ampliado los medios que los acosadores utilizan para intimidar a sus víctimas, agudizando esta cruel realidad que nos afecta a todos.
El acoso escolar se suele definir como el comportamiento agresivo de un alumno (o alumnos) hacia otro, al que se le intenta producir daño o malestar, con la particularidad de que la agresión se repite a lo largo del tiempo. La relación entre acosador y víctima es asimétrica, estando siempre ésta en inferioridad de condiciones, sin encontrar opciones para poder defenderse.
La situación de acoso puede perjudicar a la víctima de muy diversas formas, hasta el punto de querer acabar con su propia vida. Por ello, es fundamental que conozca las pautas de prevención para evitar llegar a ese extremo. Las investigaciones no dejan dudas sobre el impacto que el acoso escolar tiene en los perjudicados. Los actos de hostigamiento, humillación, daño y abuso producen efectos adversos, tanto a nivel físico (cansancio, dolores musculares o de cabeza, alteraciones del sueño, etc.) como emocional (depresión, ansiedad, estrés, etc.), ocasionando un gran impacto negativo en la adaptación psicosocial. Por lo tanto, es crucial, y así lo reflejamos en nuestro programa, que el centro educativo trabaje desde edades tempranas aspectos enfocados a crear niños con buenos hábitos comunicativos y fortaleza emocional.
Más de uno de cada cinco niños reconoce delante de sus padres haber sido víctima de bullying en sus respectivos centros escolares.
Sólo una de cada tres víctimas declara haber recibido apoyo del centro educativo donde se desencadenó la situación de acoso escolar.
Cuatro de cada cinco alumnos afirman haber presenciado al menos una situación de acoso escolar a lo largo de su vida académica.
El acosador se dirige a la víctima a través de insultos, amenazas, burlas, bromas de mal gusto y frases excluyentes sobre su apariencia, condición sexual, raza o cualquier tipo de alteración física o psíquica.
El acoso se produce con un comportamiento agresivo e intimidatorio, incluyendo agresiones físicas contra el cuerpo (pegar, empujar...) o hacia las pertenencias de la víctima (romper, robar, esconder objetos...).
Es más complicado de detectar ya que suele ocurrir a espaldas de la víctima, siendo ésta apartada por sus compañeros. El acosado tiene una sensación de ser invisible y suele acabar aislándose del grupo.
Las nuevas tecnologías han facilitado que el acosador pueda difundir, con mayor repercusión, falsos rumores, burlas, imágenes sensibles... El acoso no termina al dejar la escuela, perpetuándose las 24 horas.